OLIVÉA
- デイジー 
- 11 jun
- 1 Min. de lectura
Hommage à la Déesse de L’Olivier
“I talk a lot to nature. I adore it. I talk to trees. I feel their lives.
They are here as much as I (…). Trees are alive.
They have atoms that move and these are the same atoms that are present within us.”



“Es un milagro que de sus ramas secas salga el aceite.
En realidad, el arte me sirve para redescubrir la belleza del mundo, o lo que queda de ella.
Yo creo que la belleza de una montaña es política. Ser feliz es un gesto político.
En los momentos trágicos puede tener un efecto transformador”
Etel Adnan
1925–2021
EN EL AÑO 1525
escribe Alberto Durero el 8 de junio

«En el año 1525, después de Pentecostés, en mi sueño, tuve la visión de unas grandes masas de agua que caían poderosamente de los cielos, las primeras de las cuales que tocaron tierra, lo hicieron a unos seis kilómetros de donde yo estaba con una violencia tal que levantaron un ruido atronador, salpicándolo todo, e inundando todo el país. Sentí entonces un terror tal, que me desperté. Esas aguas diluviales caían por todas partes, unas más lejos y otras más cerca, pero desde tan alto que parecían hacerlo todas con la misma lentitud. Pero las primeras aguas que llegaron al suelo cayeron con fuerza, tan rápidamente, entre el bramido del viento, que el estruendo que produjeron me hizo despertar asustado y tembloroso, tanto que tardé en recobrarme. Al levantarme, por la mañana, pinté lo que encabeza estas líneas, tal como lo había visto. Quiera Dios llevar todas esta cosas a un buen fin».





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